Sara Morante
Vida, amor y muerte constituyen la aleación de este libro, lleno de marcas y arañazos, de júbilos y tristezas, de pluscuamperfectos simples y futuros perfectos.
Aquí han quedado impresas las tres huellas que permanecen en la piel y el corazón como las tres heridas de Miguel Hernández.
Cada señal esconde un territorio fiel a las palabras y los signos. Cada verso respira con el trazo que la imagen revela o proyecta, como sombra o destello.
La vida deja en las primeras páginas cicatrices que nos advierten del peligro de soñar más allá de los verbos y señalan —como balizas— nuestros despegues y aterrizajes hacia la realidad y la fantasía.
El amor, en cambio, hace mella en la corteza del corazón, rojo como el magma que recorre la tierra y los volcanes, y deja al descubierto nuestra savia. La huella entonces puede permanecer en forma de recuerdo, de aroma, de mancha de sangre, de electrocardiograma.
Pero quizá sea la muerte, con su tabla periódica y su obsesión por el tiempo, la que deja una impresión mayor en nuestros ojos y nuestro ánimo. Y de esa combustión última de cuerpo y alma sólo nos libran el llanto o el amor.
Cada poema de este libro nace de una cicatriz. Cada ilustración de otra. Ambos, poemas e ilustraciones, deletrean las circunstancias del hombre y la mujer, hechos para el amor y la vida, para el odio y la muerte. La afirmación y la negación, la pasión y el miedo, la intuición, la advertencia, la certeza, la duda se entretejen de manera visible con dos madejas de color rojo y negro, con dos códigos de lenguaje.
Asomarse a este calidoscopio supone asumir nuestros aciertos y fracasos, situarnos frente a un espejo donde quizá el paisaje nos sorprenda. Es preciso, por tanto, exhumar los prejuicios que nos resguardan a las puertas del miedo, la muerte, la pasión o el dolor.
Este viaje de ida y vuelta tiene como destino el interior de uno mismo; desde las vísceras a las médulas, desde el talón al córtex. Todo aquí es huella impresa, hito, graffiti, sideral silencio, mundanal rüido.
Raúl Vacas
Señal de Raúl Vacas, fue mi primer libro y tardé un año en terminarlo. Eran muchísimas ilustraciones sobre temas durísimos y fue mi bautismo y de algún modo una escuela en sí. Porque llegar y decir “voy a ser ilustradora” y que te den un poemario de más de 40 poesías que hablan de la soledad, la muerte y la pasión, es fuerte. Tuve que aprender a marchas forzadas porque tenía que hacer una metáfora de una metáfora.
Sara Morante
Señal de Raul Vacas
Ilustraciones: Sara Morante
Mundanalrüido Editorial
ISBN: 978-84-614-4974-3
14,5×21,5 / 96 Pág.